Dislexia: mitos y realidades
Mitos y realidades de la Dislexia
La Dislexia es un trastorno muy conocido popularmente, pero no todo lo que se dice o se oye se corresponde con la realidad.
Como trastorno que es, no se “cura”, no desaparece, pero con una atención profesional adecuada puede evolucionar de forma favorable aprendiendo estrategias para compensar las dificultades. Conviene enseñar a estos niños a aprender a través de recursos que no sean la lectura: tecnologías aplicadas a la educación, imágenes, asociaciones, gráficos, etc.
Otro mito acerca de la Dislexia, es identificarla con otras dificultades, como serían los problemas de lateralidad, ya que a menudo escuchamos decir que uno es disléxico porque no diferencia la derecha de la izquierda. Las dificultades en la lateralidad son un rasgo más de la Dislexia, pero no todas las personas con problemas de lateralidad son disléxicos.
La realidad más importante es el hecho de que afecta de forma significativa al aprendizaje escolar, ya que se trata de un trastorno caracterizado por un rendimiento en la lectura y en la escritura muy inferior al esperado para la edad.
¿Qué es la Dislexia?
Los rasgos más característicos o errores que comete un niño con Dislexia serían:
– Dificultades para decodificar las palabras escritas cometiendo errores de inversión, sustitución, omisión o adición de letras.
– Dificultades para realizar la conversión de grafema-fonema, es decir, asociar las letras con los sonidos (conciencia fonológica). Asociando los grafemas con fonemas que presentan una similitud en el punto de articulación, o con fonemas que tienen un sonido parecido, e incluso con fonemas que tienen una escritura similar pero con una orientación diferente.
– Se realizan saltos de línea en la lectura.
– El ritmo de la lectura es lento y monótono.
– Ausencia o errores a la hora de respetar los signos de puntuación.
– Dificultades para comprender los textos.
Estos rasgos hay que diferenciarlos de una dificultad evolutiva que puede aparecer al inicio del aprendizaje lector, a los 4-5 años, edad en la que es normal que se cometan estos tipos de errores hasta una correcta adquisición de la lectura.
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