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CUANDO ALGUIEN SE EQUIVOCA…

Cuando alguien comete un error, ya sea hijo, padre o amigo, responde de manera compasiva, desde la comprensión.

Generar culpa no ayuda a aprender, lo único que conseguiremos es que sienta vergüenza e intente esconder su próximo error o externalizar la culpa, es decir no asumir el error como propio y «echar balones fuera»

Podría escribir hojas sobre la culpa….. jejeje, pero no lo haré…

Asumamos que cuando cometemos errores se da la oportunidad de aprender de ellos; valorar lo que ha fallado y sabemos que debemos hacerlo diferente la próxima vez.

 

Seamos compasivos, comprensivos y NO generemos culpa.

Y, ¿Qué hacemos si uno de nuestros hijos comete un error?:

 

  • 1º conecta con su emoción, puede que se sienta frustrado, avergonzado…
  • 2º Hazle preguntas curiosidad para que pueda entender lo que ha pasado y sus consecuencias.
  • 3º Busca soluciones y no culpables.
  • 4º Compartir con libertad los errores que has cometido y el aprendizaje adquirido.

 

Hoy en día, muchas veces al errar, lo entiendo como parte del proceso de intentar o aprender; sin embargo, aún hay veces que me asalta esa vergüenza que arrastro desde que era peque…

Asumir errores y asumir que son parte de un proceso de aprendizaje a veces resulta complicado, los procesos de cambio llevan su tiempo, y en este caso es necesario un cambio de actitud por parte de padres e incluso con los errores de uno mismo.

 

¿Cómo os sentís cuando cometéis un error? ¿ y vuestros hijos como creéis que se sienten?

ABRAZOS Y NEUROCIENCIA

¿QUÉ BENEFICIOS TIENE ABRAZAR SEGÚN LA NEUROCIENCIA?

  LA NEUROCIENCIA DICE:

  •  Disminuyen los centros alterados por el estrés, cómo es la amígdala.
  •  El contacto físico fomenta la secreción de hormonas como la oxitocina.
  •   Las últimas investigaciones apuntan a que la oxitocina podría estar relacionada en la formación de relaciones de CONFIANZA y GENEROSIDAD
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RABIETAS: CÓMO ACTUAR.

CONEXIÓN ANTES QUE CORRECCIÓN.

Cuando nos sentimos emocionalmente desbordados, estresados, enfadados, que no podemos más; podemos “perder los papeles”, gritar a nuestro hijo, recriminarle…

Os pongo un ejemplo, estáis en el supermercado con vuestro hijo y te pide que le compres unas galletas a lo que tú no accedes por el motivo que sea. Tu hijo reacciona con un enfado monumental, llanto inconsolable, etc… Te puedes imaginar la escena ¿verdad?

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